En nuestra sociedad, prácticamente no existe actividad humana que no esté mediada por la lectura,  la escritura y el número, ya sea utilizar un dispositivo electrónico, abonar un alfajor, leer una receta, utilizar un medio de transporte o cualquier otra actividad, es decir que estas competencias nos permiten funcionar como seres sociales inmersos en una comunidad.

Pearson (2020) asegura que todos los alumnos y las alumnas poseen similitudes según su rango de edad, pero no todos aprenden igual. En cada clase, se espera que el 25% presente alguna dificultad y que, de dicho grupo, el 10% presente dificultades específicas del aprendizaje (D.E.A)

La formación y actualización docente sobre la existencia, características, prevalencia y manifestaciones de estas dificultades es fundamental. Poder detectarlas tempranamente e intervenir generará que estos alumnos y alumnas puedan compensar sus dificultades y evitar el sufrimiento, la frustración y el fracaso y/o abandono escolar, entre otras.

Es por ello que el docente cumple un rol trascendente en la vida escolar al detectar estas singularidades y actuar en consecuencia descubriendo potencialidades, facilitando el aprendizaje a través de distintas estrategias, resaltando las áreas de talento, promoviendo la superación de las problemáticas, siendo puente en aquellas áreas en las que los estudiantes  se muestran menos hábiles, sosteniendo en la dificultad y valorando el error como oportunidad de aprendizaje (Pearson, 2020).

Sobre esta premisa los invitamos a analizar y reflexionar sobre las DEA en nuestras aulas.

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